Discografía

photo Agustin Zuttion ©

Melodía Baldía

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Letras y Créditos

1 | Melodía Baldía

Detrás del aguaribay
la tarde se va, se va,
el cielo turquesa cae
lentamente al yuyaral.
 
Detrás del aguaribay
ha quedado la ciudad
que no me deja mirar
el verde de las luciérnagas.
 
Flotan los cardos
-gala del campo-
entre los grillos
en la melodía baldía.
 
 
Detrás del aguaribay
derrama la rama al ras
un secreto montaraz
que estos lotes han guardado.
 
Flotan los cardos
-gala del campo-
entre los grillos
en la melodía baldía.
 
Detrás del aguaribay
la noche desnuda ya
la silueta de una estrella
que deja ver más allá,
más allá…

Créditos

Gonza Díaz / percusión
Fer Silva / bajo
Seba Macchi / voz y piano

2 | Cancioncitá

La tacuarita tacuaritá

en la mañana mañanitá

entre las ramas ramas que hay

piapiando baja paz.


Y la tacuara del tacuaral

se balancea como en un mar

con su penacho algo algodón

caña es pincel pintando al sol.


Pero qué pero qué pero qué

cantando quiero no triste ser

pero qué bueno qué bueno qué

jugando el tiempo ardió otra vez.

 
 

Pobres torcazas torcacitás

pude espiarlas refunfuñar

vieron el monte palidecer

y a un pobre zonzo creerse rey.


Y en la ventana el mburucuyá,

preso de orugas y de ararás,

ha despuntado para pelear

la flor más bella del lugar.


Pero qué pero qué pero qué

cantando quiero no triste ser

pero qué bueno qué bueno qué

jugando el tiempo ardió otra vez.

Créditos

Anita Archetti / acordeón y voz
Mauro Leyes / mandolina
Gonza Díaz / percusión
Seba Macchi / voz y piano

3 | Entre Ríos

Como una piel que se arrugó tal vez

de tanto estarse con el agua,

la tierra fue ondulándose

y desplegando sus lomadas,

lomadas suaves, gesto del lugar,

sutil morada para el cielo,

cielo que lluvia y sol daría y da

criando verdes entreveros.

 

Y fue un impulso que se desprendió

del hondo magma del planeta,

el barro fue animándose

y despertando la conciencia.

De las estrellas una luz cayó

haciendo nido entre los seres

y así y asá comunidad brotó

poblándote naturalmente.

Quizás un karma que la humanidad

arrastra y rastra por defecto

es la febril pasión de navegar

los mares turbios del apego.

El genocidio que se consumó

haría trizas las culturas,

y despreciando lo que aquí creció

nuestra provincia tuvo cuna.

 

Sangrientos siglos esquilmándote,

mas tu belleza aún fulgura,

visión que el arte deja traslucir

y que el progreso sólo usura.

Aire del aire, mi canción está

desperdigando una intención más;

pido que el tiempo nos enseñe al fin ya

a sustentar y amar la tierra. 

Créditos

Vitor Gonçalves / acordeón
Mauro Leyes / mandolina
Gonza Díaz / percusión
Fer Silva / contrabajo
Seba Macchi / guitarra, voz y teclado

4 | Cina-cina

Cina-cina 

tus ojos son un portal de luz,

alucinan 

las cosas desde una infancia sin fin.

 

Hada marejada 

dices que de otro tiempo me conocías.

Deja de tender puentes hacia mí,

no vaya a ser que pueda no volver.

Nuestra vida 

acaso es una instancia para aprender.

Risa y llanto 

puede que este juego traiga dolor.

 

Pero algo es cierto,

hay cosas que se expresan ajenas de intención

                                       el viento que sopló

                                        la lluvia que mojó

la tarde que murió

la luna que alumbró

                                  un arcoíris y ese amor.

Créditos

Tavo Cortés / voz
Fer Silva / contrabajo
Seba Macchi / voz y piano
Juan pablo Arizpe, Soledad Rodriguez, Sebastián Orlando, Pablo Arcoba, Andrés Mayer / violines
Marcelo Barolín, Pablo Sosa / violas
Federico Bidart / cello
Luis Barbiero / flauta traversa
Lucas Cantarutti / trompeta
Samuel Herrera / corno

5 | El reino de este mundo

Hoy
el otoño me encontró paseando
de tu mano,
sin prisa,
entregando a cada paso
todo
mi peso.

Sí,
el arrobo de mirar contigo
el reino de este mundo
desgastado de girar en falso,
podrido.

Tras
las esporas de los panaderos,
tus balbuceos
flotan
en el aire junto al oro etéreo,
sin dueño.

Hay
un letrero que no dice nada
de nada
j u n t o
a una garita que perdió su techo
hace tiempo.


Polvos
del camino que se vuelve nube
de brozas
y nos lleva
hasta la placita de los juegos rotos,
sin nadie.

Hoy
el otoño me encontró creciendo
de tu
m
a
n
o.

Créditos

Leandro Drago / teclados y atmósferas
Gonza Díaz / percusión
Seba Macchi / voz y guitarra

6 | Bienvenida

Créditos

Nico Ibarburu / guitarra eléctrica
Anita Archetti / voz
Gonza Díaz / batería
Fer Silva / contrabajo
Seba Macchi / voz, piano y glockenspiel

7 | La noche sobre la costa

Ha bajado la noche sobre la costa

en esta margen alta del Paraná,

la luna sonríe delgada ladeada,

y el cielo azulado a su lado 

se ve, se ve, se ve,

se ve,  se ve… 

 

Ha bajado la noche sobre la costa.

A veces quema el frío,

a veces el alcohol,

sólo tiene su canoa y su tiempo 

el pescador, el pescador.

 

Ha bajado la noche sobre la costa

y aún el horizonte esconde 

la flor incandescente de un damasco atardecer.

Créditos

Hugo Maldonado / voz y guitarra acústica
Gonza Díaz / percusión
Leandro Drago / audio nocturno
Seba Macchi / voz y guitarra

8 | Yo y mi habitación

A Julio Cortázar

Y desperté como todos los días,

la misma cama, la misma soledad,

no preparé el mate ni quise mirar,

no encendí la luz ni el televisor, 

penumbra en penumbra: yo y mi habitación.

Ni grillos ni aves tenían su voz

ni los colectivos ruidos de motor.

 

Me vestí a tientas y crucé el umbral,

la calle desierta, silencio hospital;

dónde están los gatos del desarmadero?

Y dónde el aroma del horno de pan?

“Los hombres no lloran”, no debo llorar.

Pedí hacia lo alto alguna señal

y vi las estrellas todas apagar.

 

De bruces al suelo caí sin parar,

mi entraña quemaba de un frío abisal,

me contorsionaba, quería escapar

 

escupiendo vidrio sin poder gritar.

Y pensé en tu cuerpo, te quise abrazar;

y al fin era cuando yo te conocí

pero un sueño extraño me arrancó de allí.

 

Y desperté como todos los días,

la misma cama, la misma soledad.

“Los hombres no lloran”, no debo llorar.

Ni grillos ni aves tenían su voz

y vi las estrellas todas apagar.

 

De bruces al suelo caí sin parar,

mi entraña quemaba de un frío abisal,

me contorsionaba, quería escapar

escupiendo vidrio sin poder gritar.

Y pensé en tu cuerpo, te quise abrazar,

y al fin era cuando yo te conocí

pero un sueño extraño me arrancó de allí

 

…y desperté como todos los días.

Créditos

Seba Macchi / voz y guitarra
Juan Pablo Arizpe / 1er violín
Soledad Rodriguez / 2do violín
Marcelo Barolín / viola
Federico Bidart / cello
Eugenio Zeppa / clarinete en LA
Lucas Cantarutti / trompeta
Samuel Herrera / corno

9 | Tango (nuestra vana ilusión)

… A su vez

fueron tantas cosas tan hostiles

que no sabría cómo decírtelo,

hermano.

Yo quería vivir un gran amor

como quien muere de puñalada

helada

que se hace pálida flor en la mirada

que ya no ve.

Pero no había poesías,

versos que adornaran tanto desvarío

(los dos teníamos mucho que aprender).

Pero si el fuego jamás

se detiene con fuego

ni la sed con vino,

cómo no habríamos de llevar

tan lejos, tan lejos,

esa fragilidad cristal de los espejos

y el ansia de los primeros vuelos.

 

“Te pido que me escuches, por favor,

el tiempo no se vuelve para atrás;

perdóname si puedes perdonarte

y llevemos luz donde el dolor

hizo jirones nuestra vana ilusión.”

Créditos

Seba Macchi / voz y piano